Que
 si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu 
corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el 
corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para 
salvación. 
-- Romanos 10: 9-10
 Esta parte crucial de la Biblia expresa las dos cosas que usted debe hacer para ser salvo. ¿Cuál pudiera ser más importante?
 Lo primero que debe hacer es confesar con su boca a Jesucristo como 
Señor. Eso significa más que reconocer que Jesús es el Señor, más que 
decir que Jesucristo es Dios. Después de todo, Santiago 2:19 dice que 
hasta los demonios saben que Dios es el soberano del universo pero ese 
conocimiento no los salva. 
 Confesar a Jesucristo como Señor quiere decir que Cristo es su Señor, 
su Soberano. Hacer esa confesión significa expresar en voz alta delante 
de los demás su profunda convicción personal, sin reservas, de que 
Jesucristo es su dueño y el soberano de su vida. 
 Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo” 
(Lc. 9:23). Esa es una afirmación asombrosa, considerando el modo en que
 las personas piensan acerca de la función de Jesucristo en su vida hoy,
 El evangelio no es acerca de la satisfacción de sí mismo, como muchos 
suponen. Es acerca de la abnegación. Nadie puede confesar a Jesucristo 
como Señor y decir: “Muy bien, Jesucristo, voy a dejarte entrar en mi 
vida y quiero que me hagas una persona de éxito y mejores mi matrimonio y
 reduzcas mi falta de habilidad en el golf”. El evangelio no es acerca 
de Jesucristo que viene a su vida y le da lo que usted desea. Es acerca 
de ir usted ante Jesucristo y decirle: “Dios, ten misericordia de mí, 
pecador. Sálvame”. Es decir: “Jesucristo, te reconozco como mi Soberano,
 Maestro y Señor. Me aparto de mis propios deseos y mi propia necesidad 
de controlar mi vida. Me someto a todo lo que quiera para mí”. 
 El joven rico no haría eso (Lc. 18:18-27). Jesús le dijo que hiciera 
una cosa: Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres y luego sígueme. 
Usted no se salva por deshacerse de su dinero. Lo que Jesús quería era 
probar el compromiso del hombre con Jesús como su Señor. Él le pudo 
haber pedido que hiciera centenares de cosas distintas pero Jesús 
escogió algo que él sabía que probaría su disposición a negarse así 
mismo. El joven rico no pudo someterse al gobierno de Cristo sobre él. 
No pudo confesar de esa manera que Jesucristo era el Señor de su vida. 
Se fue triste y sin la salvación. 
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 Lo segundo que debe hacer para ser salvo es creer en su corazón que 
Dios resucitó a Jesucristo de los muertos. Creer en la resurrección 
quiere decir que usted también cree que Jesucristo murió en la cruz y 
resucitó de los muertos como la señal de que en realidad es el Mesías, 
levantado finalmente a la más elevada posición para gobernar con el 
Padre. Dios el Padre puso el sello de aprobación divina sobre la 
perfecta obra de Jesucristo, su vida sin pecado y su muerte expiatoria, 
cuando lo resucitó de los muertos. La resurrección fue la validación 
suprema de su ministerio y de su identidad. 
 Usted será salvo solo cuando haya reconocido a Jesucristo como su Señor
 y haya creído que su muerte en la cruz fue el sacrificio eficaz por su 
pecado, validado por su gloriosa resurrección. Usted cree con su corazón
 y es justificado ante Dios; usted confiesa con su boca y confirma esa 
realidad. 

 
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